La Clemenza di Tito está considerada una de las obras cumbre de Mozart, y pasó por la ciudad de Valladolid con una producción destacable. Tres funciones, los días 29 y 31 de enero y 2 de febrero de 2014 que fueron la delicia de los asistenes
Las expectativas estaban altas
Mozart escribió esta ópera en el último año de vida, mientras también escribía el Requiem y La Flauta Mágica (sus otras dos obras cumbres). Considerada por Mozart como su «verdadera ópera» y envueltas en muchas leyendas. Las expectativas de encontrarnos ante algo grande, eran altas.
La escenografía y música
Una cosa que hace de esta una gran ópera es que las melodías son tan ricas y expresivas que no es necesario adornar de más el canto con otros aspectos interpretativos. Es quizá por eso que el director escénico, Marco Carniti, apostó por la sencillez (además teniendo en cuenta la época de crisis) aunque eso no le quitó grandeza a la producción en la puesta en escena.
En el escenario se combinaban elementos de la tragedia griega con con elementos modernos: tornillos gigantes que recordaban las columnas de un templo romano, escaleras colosales que evocaban un teatro griego, vestuario entre lo clásico y lo moderno (túnicas y botas de caña) y una cuidada iluminación que acompañaba las emociones de cada personaje a medida que se iba desarrollando la trama. Los instrumentos, también fueron escogidos especialmente para esta ocasión, y fue la Orquesta Clásica Europea la encargada de la música.
Los intérpretes
Una de las mejores cosas fue poder escuchar la voz de Vivica Genaux, una de las mejores mezzosopranos del mundo en este momento y que debutaba con Mozart en esta ocasión tan especial. En esta ópera tenía el papel principal y más emotivo (el de Sexto) por lo que pudimos disfrutar de su voz más que nunca. El virtuosismo de su interpretación hizo la delicia de los espectadores y fue sin duda la más aplaudida.
Pero también tenemos que destacar el papel de José Luis Sola, que aportó la solemnidad que requería el papel de Tito y fue también muy aplaudido.
Vitellia, interpretado por la soprano Yolanda Auyanet, fue otra de las grandes interpretaciones de la función, con su papel de mujer despechada y rodeada después por el drama que ha provocado a su alrededor.
Una sorpresa muy grata fue la que nos llevamos Leonor Bonilla que interpretó a Servilia. Esta soprano ya tuvo un pequeño papel en la ópera Tosca que pasó por Valladolid en 2013, y con este papel se ha presentado como una grande.
Pero no podemos olvidarnos tampoco de Marina Rodríguez-Cusí en el papel de Annio, que aportó la intensidad que requería un papel dramático como el suyo y a Javier Franco en su papel de Publio (la voz de la Justicia), ellos también contribuyeron a una gran puesta en escena.
¡Y el coro! Siempre es emocionante cuando interviene el coro, cuando le añade dramatismo y solemnidad a ciertas partes. Esta vez tuvieron su protagonismo en el escenario, y se convirtieron en un imaginario pueblo de Roma, que presenciaba esta historia de clemencia.
Una buena sensación de boca
El paso de de Mozart por Valladolid, con una producción de este calibre no deja indiferente. Puede que la ciudad luego siga igual, que sigamos con nuestras rutinas, tomemos café en el lugar de siempre o hagamos el mismo camino, pero la sensación de que algo grande ha pasado por Valladolid permanecerá en el paladar durante un tiempo. Hasta que podamos disfrutar de otra ocasión así en el Calderón.
Fotografías de: Ismael Medina Benito
Publicadas con permiso del Teatro Calderón
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