Hemos estado en silencio mucho tiempo. Y muchas cosas han pasado entre medias. Descubierto un nuevo virus chino, confinamiento como si hubieramos vivido en una película distópica, mucha gente que desgraciadamente se ha quedado en el camino. Y los vecinos en los balcones sorprendiéndonos con sus talentos y una amabilidad que quzá en otras circunstancias no habríamos conocido. Y ahora empezamos a ver la luz. Empezamos a ver gente en las calles, a ver las terrazas llenas en un día de diario como si fuera un fin de semana.
Ha sido muy extraño ver la ciudad tan vacía, tan a falta de la vida que le aportan las personas, los recados, los pequeños comercios. En algunas ocasiones, era un consuelo pensar que ese escenario se parecía a la ciudad en pleno mes de agosto a las cuatro de la tarde. Pero el engaño duraba poco, porque la realidad era aplastante cada vez que había que salir al supermercado, y todo el mundo hacía la compra en silencio, y la preocupación se palpaba en el ambiente. Hemos estado ahí.
Todos los anuncios de la televisión ahora son iguales y dicen que «volveremos», aunque nadie sepa exactamente qué significa eso. Pero Valladolid empieza a cobrar vida poco a poco.
Poco a poco las pequeñas tiendas empiezan a abrir. Otras ya habrán echado el cierre para siempre, aprovechando la ocasión para una jubilación o simplemente cerrando porque no es posible aguantar más. Pero los que quedan, los que han tenido oportunidad de aguantar hasta el final, son aquellos que hemos de tener en nuestra cabeza.
Los manifestantes de la crisis climática nos recordaban la necesidad de cambiar nuestro estilo de vida, de tratar de consumir productos locales para que el impacto en las emisiones de carbono fuera menor. Pero somos una especie caprichosa y es dificil cambiar los hábitos si la amenaza , el cambio climático y la destrucción de los ecosistemas, la sentimos tan lejana. Ha tenido que venir un virus para recordarnos que la vida es difrutar de aquellas pequeñas cosas que te rodean, que no podemos vivir en una sociedad sin la cooperación mutua. Y los negocios locales son parte de ello.
Comprar en nuestas tiendas de toda la vida, ayudar al pequeño comercio, a los restaurantes y bares, a las empresas locales que innovan, a nuestros agricultores, a aquellos que llevan trabajando lomo a lomo toda su vida… No nos olvidemos de ellos ahora.
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